viernes, 5 de noviembre de 2010

FILOSOFÍA. Entrevista a Emilio Lledó, filósofo español

II Jornadas sobre Claudio Rodríguez. Emilio Lledo; Profesor, filósofo, integrante de la Real Academia Española: «Es un azar que hayamos nacido con una lengua; maravilloso, pero azar. Ese no es mérito nuestro». «Detrás de todas las palabras del mundo están las mismas pasiones, los mismos miedos, las mismas verdades».

Aparecía cansado. El largo viaje, la conferencia... Emilio Lledó (1927) abría las II Jornadas "Claudio Rodríguez y la traducción de poesía", en la Biblioteca del Estado. El filósofo, que fue profesor de la UNED y es miembro de la Real Academia, aúna la interpretación de los grandes textos clásicos y la reflexión teórica. El autor de "El silencio de la escritura" -Premio Nacional de Ensayo en 1992-, que presidió el Comité de Sabios de RTVE, ha analizado el tiempo, la memoria, el epicureísmo, la ética y la felicidad. Ha traducido a los grandes y le han traducido. Por eso no dispone de tiempo para ver la tele.

JESÚS HERNÁNDEZ

- La filosofía también debe ofrecer una mirada y una meditación sobre la realidad contemporánea. ¿Lo hace con suficiente frecuencia?


- Espero que sí. Podíamos criticar ahí, tal vez, que los filósofos no traten, en ocasiones, los problemas fundamentales de la vida en cada contemporaneidad. Yo creo que esos pensadores -los que conozco, los que están en la historia- han sido siempre una conciencia crítica en el seno de su tiempo, han ofrecido una mirada juzgadora en el seno de su época. Y no se puede renunciar nunca a eso, teniendo como objetivos fundamentales la verdad. Eso suena como a una utopía, pero el día que renunciemos a la verdad, a la justicia, a la bondad, a la belleza, que son los elementos constitutivos de la cultura -igual que el aire, la luz y el agua nos constituyen como naturaleza-, y que renunciemos también a esa lucha de interpretar el latido de cada tiempo...la vida no merecerá la pena. No podemos quedar reducidos a la teoría de acaparar, de tener.

- En el principio fue el ser. Ahora es el tener. ¿Vamos cuesta abajo?

- Totalmente. La felicidad se entendió, en un principio, como tener cosas. En una vida precaria dura, como fue el surgimiento de la palabra en la cultura griega, tener cosas aseguraba la existencia. Pero en esa misma cultura se hizo el descubrimiento de que tal cosa no sólo no bastaba, sino que era una equivocación. Había que ser. Y ser ya es una cosa que está dentro, que se construye con unos cuantos ideales: de solidaridad, de amor. Digo estas palabras y me suenan un poco a frases vacías. Pero no pueden ser vacías. Porque el día que renunciemos a esos términos ya no merecerá la pena vivir.

- Usted ha hablado de «pasar del Estado de bienestar al Estado de bien ser». ¿Acaso no es una utopía, aunque bella?- Creo que no hay razones plausibles para renunciar a ello. Porque si nos conformamos con el ser, retrocedemos hacia la caverna. Llevamos muchos siglos de cultura, con todas sus contradicciones, ferocidades y violencias. Pero al lado de esa ferocidad y violencia hay una cultura. Qué duda cabe de que Mozart, Cervantes, Kant o Nietzsche son exponentes de otra idealidad, muy distinta de esa ansia patológica por el tener y por la ignorancia.

- Occidente ha separado, tal vez, las ideas y las sensaciones. ¿Es un error?- Probablemente. Las ideas venían de la mirada, y ésta es la sensación. La mirada es ver. Las ideas se desprenden de lo real, del latido del tiempo.

- Una hipótesis: ¿qué pensarían los griegos, aquellos clásicos, de las Constituciones políticas de las democracias?- Pensarían que quizá la rueda política nos ha metido de tal manera en unos engranajes que no podemos salir de ellos para pensar otro tipo de Constituciones distintas. No obstante, hay que ser realista en esto. Se dice que la política es una ciencia de lo posible. Pero lo posible es muy amplio. Se puede empujar mucho hacia adelante. Lo posible es, precisamente, el campo de la libertad.

- Emilio Lledó ha despojado al rebelde Epicuro de sus ropajes groseros.
- Epicuro es una de las más hermosas figuras de la filosofía...y más calumniada. Sólo nos han quedado fragmentos. Pero la idea de la corporeidad de Epicuro no es nada falso ni nada materialista, en el sentido deteriorado de la palabra. Somos seres corporales: lo más hermoso, lo más delicado y lo más perecedero de nuestra corporeidad, pero en ella está el principio del pensamiento, del gozo y del dolor.

- ¿Quien podría ser el filósofo políticamente más incorrecto?- Nietzsche. Era muy incorrecto... Yo creo que hay un centro inalterable de incorrección en todos los grandes filósofos.

- La tradición nos dice que los filósofos también han conocido manipulaciones, teóricas e ideológicas. ¿Esas manipulaciones interesaban principalmente a...?- A aquellos que querían impedir que reflexionáramos con un pensamiento crítico. Desfigurar la literatura, la filosofía, la ciencia o el lenguaje, es una cualidad funesta de quienes pretenden que permanezcamos en la estupidez, en la ignorancia. Yo creo que la ignorancia es una de las enfermedades más graves que hay. A pesar de esta sociedad de la tecnología, de tanta información, nos pueden sacudir unos aletazos terribles. Podemos saber muchas cosas y, sin embargo, ser absolutamente ignorantes.

- Con la globalización surgen fuertes los nacionalismos. ¿No es un contrasentido?- Parece que sí. Frente a esa mitologización de la lengua materna, con todos los respetos y amor hacia ella, debe decirse que se puede ser imbécil en todos los idiomas. Se puede ser un imbécil supremo en español, en chino, en italiano, en catalán, en francés... Lo importante es lo que expresemos con esa lengua. Lo que seamos capaces de decir y, también, los falsos mitos que seamos capaces de destruir, los fantasmas que seamos capaces de derretir. Es un azar el que hayamos nacido con una lengua. Maravilloso, pero un azar. Ese no es mérito nuestro. Mi lengua materna podría ser otra distinta. Mérito mío es lo que yo haga con esa herramienta. Detrás de todas las palabras del mundo están las mismas pasiones, los mismos miedos, las mismas verdades.

- ¿La ética personal es más importante que la ética colectiva?
- La ética colectiva es el conjunto de todas las éticas personales, de todas las responsabilidades personales, de todas las lenguas matrices. La sociedad nos ayuda o nos impide el desarrollo. Eso depende de la educación que nos dé aquélla, la libertad que nos enseñe a vivir. O los fanatismos que nos inoculen. Hay que evitar los grumos mentales: lo que nos hace pegajoso el cerebro, lo que nos imposibilita que las neuronas fluyan como un río de libertad («el alma navegable», que decía el poeta).

- La filosofía explica, interpreta: el ser y el estar. Sin embargo, parece que la ciencia y la tecnología arrinconan al pensamiento puro.

- Confío que no suceda eso. Si tal fuere, sería un error. Terrible. Además, esa división entre la tecnología, la ciencia y las humanidades... Ahora que globalizamos, o gustamos de ello, resulta que, a veces, tapamos, cortamos, separamos, distinguimos. Eso es, en mi opinión, algo equivocado.

- ¿La felicidad es el mejor bien de la vida?- Sí. Todo ser humano, hombres y mujeres, aspira a la felicidad. Cada "unos" la entienden a su manera. Pero dentro de ella hay unas cuantas orientaciones, que no deben desviarnos y que constituyen el ser que tenemos que ser, el ser que somos.

- ¿Y está en uno mismo o fuera?- Esta fuera y dentro. Somos dentro y fuera. Somos seres intermedios.

- ¿Los dogmas de la Iglesia dificultan la felicidad?- Podrían dificultarla... Yo confieso, modestamente, que no estoy de acuerdo con un pensamiento cuadriculado, que nos dice que esto es así, siempre es así y no hay vuelta de hoja. Y tengo derecho a decirlo, puesto que lo pienso.

- ¿Las religiones deben acompasar su lenguaje a los tiempos? 
- No me cabe la menor duda. Con tal de que sean fuentes de libertad y de vida.

- Para Emilio Lledó, el Estado debe ser laico. ¿Y, para eso, debe ser combativamente anticlerical?
- Yo creo que no hace falta que sea combativamente anticlerical con tal de que los clericales no sean combativos...Porque todos tenemos derecho a combatir por lo que creemos. Todos. Siempre que la "creencia" sea algo en lo que realmente hayamos pensado, reflexionado, colectivamete dialogado.

- «Hay que luchar por no corromperse», le escuché. ¿Y engañarse no es corromperse?- Sí. Sin la menor duda. Engañarse y engañar es corrupción. Yo creo que la peor de las corrupciones es la corrupción de la mente, de la inteligencia. 

- Agustín García Calvo: también filósofo, con el que coincide en el aprecio por los presocráticos.

- Es un filósofo extraordinario y, en mi opinión, uno de los filólogos más técnicos y más amantes del Logos. Es uno de los grandes, grandes-grandes, filólogos de nuestro tiempo, y no sólo de España.

- ¿Qué clase de académico era Claudio Rodríguez?- Entrañable, maravilloso, con una capacidad de ternura y de ponernos, de pronto, en ideas que a lo mejor no habíamos pensado mucho. Era realmente un creador.

- ¿Vivimos entre realidades?- No, vivimos entre posibilidades. Y hay que elegir.

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Fuente: La Opinión. El correo de Zamora, 2-12-2006
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