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Claves para olvidar el Victimismo
BORJA VILASECA PSICOLOGÍA 28/11/2010
Para preservar la inocencia con la que nacimos, solemos quejarnos, protestar y victimizarnos
constantemente. El camino es aceptar nuestra parte de responsabilidad, saber qué queremos y actuar
para cambiar.
Caminando por un prado, un granjero se encontró un huevo de águila. Lo metió en una bolsa y. una vez en
su granja, lo colocó en el nido de una gallina de corral. Así fue como el aguilucho rae incubado y criado
junto a mía nidada de pollos. Al creer que era mío de ellos, el águila se limitó a hacer durante toda su vida
lo mismo que hacían todos los demás. Escarbaba en la tierra en busca de gusanos e insectos, piando y
cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba míos metros por el aire, imitando así el vuelvo del resto de
gallinas.
los años fueron pasando y el águila se convirtió en un pájaro fuerte y vigoroso. Y un buen día divisó una
magnífica ave que planeaba majestuosamente por el cielo. El águila no podía dejar de mirar hacia arriba,
asombrada de cómo aquel pájaro surcaba las corrientes de aire moviendo sus poderosas alas. "¿Qué es
eso?", le preguntó maravillada a mía gallina que estaba a su lado.
"Es el águila, el rey de todas las aves", respondió cabizbaja su compañera. "Es todo lo contrario de lo que
somos. Tú y yo hemos nacido para mantener la cabeza agachada y mirar hacia el suelo". Y así fue como el
águila nunca más volvió a mirar hacia el cielo. Tal como le habían dicho, murió creyendo que era una
simple gallina de corral.
LA SOCIEDAD PREFABRICADA
"Estamos produciendo seres humanos enfermos para tener una economía sana" (Erich
Fromm)
La sociedad es un fiel reflejo de cómo pensamos, somos y nos comportamos la mayoría de individuos. Y
en paralelo, cada uno de nosotros es una creación hecha a imagen y semejanza de la manera de pensar, de
ser y de comportarse de la sociedad. Y más allá de potenciar nuestras fortalezas y cualidades innatas, la
maquinaria del sistema capitalista nos ha convencido, al igual que le sucedió al aguilucho, de que somos
simples gallinas de corral Por eso solemos vivir limitados por nuestros miedos, frustraciones y
carencias.
De hecho, el crimen más grande que se ha cometido en contra de la humanidad ha sido -y sigue siendo-
condicionar la mente de los niños con falsas creencias que obstaculicen su propio descubrimiento de la
vida. A esa edad, todos somos inocentes. No podemos defendernos de la poderosa influencia que la
sociedad ejerce sobre la construcción de nuestro sistema de creencias y, por ende, sobre la creación de
nuestra identidad.
Debido a nuestra incapacidad para discernir, cuestionar y decidir, a lo largo de nuestra infancia no nos
queda más remedio que creernos las normas, directrices y dogmas que nos son impuestos desde fuera.
Por más que a este proceso le sigamos llamando "educación", en realidad es más certero denominarlo
"cadena de montaje". De ahí que muchos sociólogos afirmen que formamos parte de una "sociedad
prefabricada".
EL FIN DE IA INOCENCIA
"Lo que se les dé a los niños,
los niños darán a la sociedad"
(Kai'l Meiminger)
Generación tras generación, los adultos vamos proyectando de forma inconsciente nuestra manera de ver
y de comprender el mundo sobre los más pequeños. Cabe recordar que cuando nacen, los niños son como
una hoja en blanco: limpios, puros y sin limitaciones ni prejuicios de ningún tipo. De hecho, la palabra
"inocencia" procede del latín innocentia, que significa "estado del alma limpia de culpa". Es decir, aquello
que los adultos, ya prefabricados, solemos anhelar constantemente.
No obstante, en general somos personas vicitimistas. Por eso el victimismo se ha convertido en uno de los
rasgos más destacados de la sociedad contemporánea. Y dado que a nivel emocional solo podemos
compartir con los demás aquello que primero hemos cultivado en nuestro interior, entre todos hemos
creado y consolidado "la cultura de la culpa". Así, la mayoría de seres humanos intentamos diariamente
eludir cualquier tipo de responsabilidad poniendo de manifiesto nuestra falta de madurez. Y lo peor es
que esta limitación, como otras, la terminamos inculcando sobre las nuevas generaciones.
Entre otros ejemplos cotidianos, es común ver a un niño pequeño chocar contra mía mesa y caerse al
suelo. Y puesto que el golpe le ha producido dolor, en ocasiones se pone a llorar. Su llanto suele llamar la
atención del adulto que lo está cuidando en ese momento, que enseguida corre para atenderlo. Si bien la
mesa es un objeto inerte, carente de voluntad y Ubre albedrío. el cuidador, con todas sus buenas
intenciones, comienza a gritar "¡mesa mala!, ¡mesa mala!". Estas acusaciones suelen tranquilizar al niño,
que a su vez comienza a imitar a su tutor, culpando a la mesa del golpe y de su dolor.
ADICTOS A LA QUEJA
"Nos quejamos cuando el agua
de la ducha sale fría, pero ¿acaso valoramos cada vez que sale caliente?" (Christophe
André)
Visto con perspectiva, lo cierto es que es muy fácil protestar por el funcionamiento del sistema
capitalista. Basta con abrir la boca y decir lo que pensamos. Es muy fácil quejarse por la manera en la que
se gestionan las empresas. Basta con abrir los ojos y reparar en lo que vemos. Es muy fácil criticar y
juzgar la actitud de nuestros políticos. Basta con abrir los oídos y escuchar la forma en que estos hablan.
Es muy fácil lamentarse por el comportamiento de la sociedad. Basta con estirar el brazo y señalar sus
errores y defectos.
Es tan fácil protestar, quejarse, criticar, juzgar y lamentarse que todos sabemos cómo hacerlo. Basta con
adoptar el rol de víctima y creer que el mundo es un lugar injusto, en el que la culpa de nuestros
problemas, conflictos y sufrimientos siempre la tienen los demás. Sin embargo, en última instancia somos
cocreadores y corresponsables de que la economía sobre la que se asienta nuestra existencia sea tal y
como es. De hecho, con nuestra manera de ganar, de gastar, de invertir y de ahorrar dinero apoyamos y
validamos el sistema cada día.
Con respecto a las empresas, si no mera por ellas no habría empleo. Y sin este, careceríamos de ingresos
con los que cubrir nuestras necesidades básicas. Más allá de cuáles sean nuestras circunstancias sociales y
económicas, fichamos cada lunes en la oficina por elección propia. Además, mediante el consumo diario
de productos y servicios permitimos la subsistencia de millones de compañías. Es cierto que vivimos
condicionados por la publicidad y el marketing, pero nadie nos apunta con una pistola para saciar
nuestros caprichos y deseos.
CADENAS INVISIBLES
"La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo" (Séneca)
Un veterano mercader de camellos atravesaba el desierto del Sahara junto con su hijo adolescente, que
era la primera vez que lo acompañaba. Al caer la noche, decidieron acampar en un oasis. Tras levantar la
tienda, padre e hijo empezaron a clavar estacas en el suelo para atar con cuerdas a los camellos. De
pronto, el joven se dio cuenta de que tan solo habían llevado 19 estacas y 19 cuerdas, y en total había 20
camellos.
"¿Cómo atamos a este camello?", preguntó inquieto el hijo adolescente. Y el mercader, que llevaba
muchos años recorriendo el desierto, le contestó sonriente: "No te preocupes, hijo. Estos animales son
muy tontos. Haz ver que le pasas una cuerda por el cuello y luego simula que lo atas a una estaca. Así
permanecerá quieto toda la noche". Eso es precisamente lo que hizo el chaval. El camello, por su parte, se
quedó sentado e inmóvil, convencido de que estaba atado y de que no podía moverse.
A la mañana siguiente, al levantar el campamento y prepararse para continuar el viaje, el hijo empezó a
quejarse a su padre de que todos los camellos le seguían, excepto el que no habían atado. Impasible, el
animal se negaba a moverse." ¡No sé qué le pasa a este camello!", gritó indignado. "Parece como si
estuviese inmovilizado". Y el mercader, sin perder la sonrisa, le replicó: "¡No te enfades, hijo! El pobre
animal cree que sigue atado a la estaca. Anda, ve y haz ver que lo desatas".
ASUNCIÓN DE LA RESPONSABILI DAD
"Hemos levantado la estatua
de la libertad sin haber construido primero la de la responsabilidad" (Viktor Frankl)
Aunque la culpa nos alivia, también nos ata con cuerdas que no existen a estacas invisibles. Lo curioso es
que la culpa solo existe en aquellas sociedades que promueven el victimismo y niegan la responsabilidad.
Si el niño pequeño, inspirado por el adulto que lo acompaña, asume que ha chocado contra una mesa -por
seguir con el ejemplo anterior-, estará en el camino de aprender que ha sido él, y no la mesa, quien ha
provocado su dolor. Y puesto que con los años el niño se convierte en adulto, a menos que abandone el
victimismo, seguirá culpando a los demás, a las circunstancias e incluso a la vida cada vez que choque
contra cualquier persona, cosa o situación que le produzca dolor.
Y es que solemos quejarnos de nuestra pareja y de nuestros hijos, pero ¿acaso nos responsabilizamos de
que somos nosotros quienes los hemos elegido? Solemos maldecir a nuestro jefe y a nuestra empresa,
pero ¿acaso nos responsabilizamos de que somos nosotros quienes hemos escogido nuestra profesión y
nuestro lugar de trabajo? Y en definitiva, solemos lamentarnos de que nuestras circunstancias actuales
son como son. pero ¿acaso nos responsabilizamos de que estas son el resultado, en gran medida, de las
decisiones que hemos ido tomando a lo largo de nuestra vida?
Curiosamente, al observar más detenidamente el actual escenario socioeconómico, todos estamos de
acuerdo en un mismo punto. La mayoría de ciudadanos nos lamentamos por la falta de líderes, por la
ausencia de referentes y. sobre todo, por la decadencia de valores que padece ahora mismo la sociedad.
Esta percepción pone de manifiesto que estamos en contra de muchas cosas, pero ¿a favor de qué? Y tal
vez más importante: ¿quién asume la responsabilidad de convertirse en el cambio que quiere ver en el
mundo?
PARA CUESTIONAR EL VICTIMISMO
- LIBRO
- "Libertad', de Osho (Grijalbo) un ensayo provocador que desenmascara las creencias limitadoras
que sustentan la cultura de la culpa contemporánea. Y que nos inspira a asumir la responsabilidad personal como paso previo a conquistar nuestra verdadera libertad.
- PELÍCULA
- "American history X”, de Tony Kaye. Protagonizada por Eduard Norton, esta película narra la
historia de un joven de ideología nazi que culpa a diferentes colectivos étnicos y religiosos de sus
problemas y conflictos personales. La trama gira en torno a las consecuencias que tiene este
victimismo sobre su vida y la de su familia.
- CANCIÓN
- "Redemption song", de Bob Marley. Este himno legendario invita a que los seres humanos nos
liberemos de la esclavitud de nuestras limitaciones e imposiciones mentales para llegar a ser lo que
Verdaderamente somos
La prisión del rencor
Cuenta una historia que dos jóvenes judíos, cari y Joseph, trabaron una intensa relaciónele amistad
durante los tres años de terrible cautiverio que pasaron en un campo de concentración naá Tras
dieciséis años sin verse, quedaron un día para cenar. Cari se había casado, tenía dos hijas y trabajaba
como ingeniero en una gran empresa. Hablaba con ternura de su familia y con pasión de su profesan.
Joseph, por otra parte, había vivido prácticamente como un ermitaño. V hablaba de su empleo con
desgana. Al finalizar la cena. Joseph, indignado, exclamó: '¡¿Cómo puedes vivir tan tranqueo
después de U injusticia que sufrimos?' Por más que pasen los años, cada día me acuerdo de lo que nos
hicieron-. Y tras una larga pausa, Karl le contesto: 'Querido amigo, por supuesto que recuerdo los
tres años que compartimos en aquel barracón. Sin embargo, aunque ya han pasado dieciséis años
desde que los dos fuimos liberados, me acabo de dar cuenta de que yo soy libre y tú sigues encerrado
allí".
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