“ Si os tomáis el tiempo de echar un vistazo a las obras de síntesis, manuales escolares o diversos libros de iniciación que normalmente pretenden introducir a la filosofía, veréis que casi siempre se la define como un “arte de la reflexión”, un “ejercicio del espíritu crítico”, incluso como una “iniciación a la argumentación”. Se ha extendido la convicción de que esta disciplina, esencialmente crítica radicaría en primer lugar y ante todo en la facultad de sorprenderse, de ponerse en cuestión a sí mismo y a los demás, de manera que, sería más bien el arte de las preguntas que el de las respuestas…
Me temo que esta manera de ver las cosas corre el peligro de induciros al error.
La filosofía no tiene nada que ver con ese arte de la reflexión crítica al que tantas veces se la ha querido reducir. No es que, entiéndase bien, no recurra a él. Está claro que siempre es preferible reflexionar, argumentar y pensar por uno mismo más que como un papagayo. Pero es igualmente verdad en todas las demás disciplinas de la vida del espíritu: ¿quién se atrevería a sostener de veras que un matemático, un biólogo, un artista, un escritor, y también una madre de familia, un periodista, incluso un político, no reflexionan ni argumentan, y a ser posible por sí mismos? Nada de eso es específico de la filosofía. Todo el mundo reflexiona y argumenta.
La filosofía, todas las grandes visiones filosóficas, son grandiosas tentativas de ayudar a los humanos a acceder a una “buena vida” superando los miedos y las “pasiones tristes” que les impiden vivir bien, ser libres, lúcidos y, en la medida de lo posible, serenos, amantes y generosos. Si se designa con la palabra “salvación” el “hecho de ser salvado” de un “gran peligro o de una gran desgracia”, entonces, las grandes visiones filosóficas del mundo son ante todo y sobre todo doctrinas de salvación. Ésta se hace por medio de la razón –y no por la fe, como las religiones-. Su objetivo es ayudarnos a superar los miedos que impiden a los seres humanos vivir bien: libres, capaces de pensar y amar.”
Luc ferry. Vencer los miedos.
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